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¡Revive la Aventura del Dakar: Historias que Te Dejarán Sin Aliento!

El Dakar africano no era ni mejor ni peor que los que hemos realizado posteriormente, simplemente era diferente. Seguramente más audaz, eso sí. En ese contexto, había elementos que, afortunadamente, ahora no se presentan.

Un ejemplo de ello es lo que nos sucedió en 2006, en la etapa entre Atar y Tidjikja, una de las más difíciles y más largas en Mauritania. Estábamos corriendo con un Iveco, transitábamos por una zona de dunas, hasta que llegó un momento en el que tuvimos una avería. Se rompió el ventilador del radiador, que estalló contra él y lo agujereó. Una situación terminal para nosotros. Cuando te pasaba algo así en África lo único importante era salvar el vehículo, porque la avería nos eliminaba para la carrera y la organización sólo recogía las motos. Así que había que salir de allí por nuestros propios medios, tratando de reparar el camión para así poder volver a casa. Pero para ello necesitábamos las piezas de repuesto y Atar estaba… a más de 400 kilómetros de donde nos encontrábamos… 300 de los cuales eran en dunas. 

¿Cómo solucionar esto? La única opción era intentar llegar allí conseguir las piezas y volver con ellas… y en esas, cuando ya estaba anocheciendo, aparecieron los piratas del desierto. Eran mauritanos, que aparecían con una pick up blanca, cuatro herramientas contadas, gasoil que vendían a precio de oro cuando encontraban a alguien que no tenía… Hacían eso con cada participante que tuviera algún problema o necesitara algo: ruedas, carburante… En nuestro caso tuvimos que hacer un trato con ellos para que me llevaran a Atar a comprar los repuestos que necesitábamos. Inicialmente nos pidieron 8.000 euros a lo que, lógicamente, nos negamos. Su respuesta fue subirse a su pick up e irse… pero pocos metros después vimos que frenaban y se daban la vuelta, así que ahí ya respiramos aliviados y pudimos conseguir un mejor precio, menos de la mitad aproximadamente.